La historia del único Corvette fabricado por italianos

Con el tiempo se ha forjado una ruda competencia entre dos tipos puntuales de coches de acuerdo a su proveniencia. Quizá una de las rivalidades más marcadas se encuentra entre los estadunidenses y los italianos. Motores V8 y V12. Grandes compañías con historias ricas que alimentan una disputa de quién es mejor.

El coche que te presentamos rompió esa lucha al menos durante un periodo breve. Una tregua que unió la visión italiana en el auto más representativo de los Estados Unidos al menos durante un tiempo: el Ramarro.

Era el Salón del Automóvil de Los Ángeles de 1984. En ese entonces el Corvette C4 apareció de la mano de Chevrolet como un modelo del año. Fue con esta versión con la que se cambió -de la mano de Bertone, una compañía de tuning-, una realidad que parecía inamovible al menos hasta ese entonces. Sobre la base de este coche se creó un modelo único llamado Ramarro.

El Ramarro obtuvo su nombre de un lagarto verde originario de la parte oriental de Europa, del que toma su color.

¿Qué tenía de especial?

Fue un largo viaje para ese Corvette. Cruzó el Atlántico desde los paisajes campiranos de Kentuchy, E.U., hasta las campiñas en las que la empresa de Bertone se encontraba, en Turín, Italia.

Imagina qué hubiese pasado si el Corvette hubiera sido una creación italiana. La simple idea no es una cosa insignificante ni mucho menos. Estamos hablando de un auto que por un breve instante detuvo una rivalidad añeja que se ha mantenido vigente. Una obra -que seamos francos, no fue más que un auto concepto de exhibición- pero que fusionó la idea italiana del automóvil sobre una plataforma proveniente de Estados Unidos.

Al Corvette de cuarta generación le fueron reubicados tanto el radiador como el aire acondicionado en la parte trasera. Gracias a estas adecuaciones Bertone logró crear una parte frontal más aerodinámica acorde a la usanza que en ese entonces estaba de moda para los europeos de ese país.

También se le modificaron dramáticamente las puertas. Estas se abrían de forma lateral, lo que le brindaba una apariencia muy particular al modelo, debido a que el sistema no es común en coches con prestaciones deportivas.

El largo del vehículo también fue recortado en 33 centímetros, además, los interiores fueron rediseñados y contaban con acabados en piel, y modificaciones en la estructura exterior que le brindaron una apariencia completamente exótica. Una vez terminado, los italianos lo regresaron a tierras americanas para exhibir esta joya que habían logrado con uno de los más grandes tesoros de la automoción del país del Tío Sam.

Puede que no sea un coche con una apariencia prudente, pero definitivamente no deja en entredicho lo que mucho tiempo y conocimiento mecánico logran en un modelo bien conocido.

Imágenes: Bertone

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