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Mexolina: cuando la gasolina mataba a los capitalinos

Hay que recapacitar sobre la calidad de la gasolina.

POR: Diego Pérez el Lun, 25 de Julio de 2016, 06:29 pm

Bomba de Mexolina. Foto: Especial
Diego Pérez

Diego Pérez | Colaborador

Yo también vivo en esta ciudad... y la padezco  Twitter: @icariito

A mediados de los años cuarenta el petróleo (“combustible del futuro”), del que se derivaba la gasolina parecía la gran solución que convertiría a México en un país poderoso. En ese entonces, surgió la primera gasolina mexicana, la “Mexolina”, con grado de octanaje en 70 y cuya mascota era un charro.

 

Aquel estereotipo nacional –ofensivo para algunos- con las piernas “chuecas” de tanto galopar en caballo, existió en realidad y tomaba la imagen de un hombre nacido en Salamanca.

 

Mexolina, la gasolina que dañaba a mexicanos

 

Imagine que la gasolina cuesta 45 y 55 centavos. Ese era el precio de los dos principales combustibles que dos años después de la expropiación petrolera se refinaban en México: la Mexolina y la Supermexolina.

 

Mexolina. Foto: Flickr

 

Podemos considerar que en aquel entonces la gasolina mexicana estaba en su época “prehistórica”. Era de una calidad francamente mala y con un octanaje que no ayudaba en la conservación de los vehículos en aquel entonces. Por supuesto, la contaminación ambiental tampoco era un tema de discusión.

 

La Mexolina, el primer combustible de manufactura nacional presentaba un octanaje de 70 y la Supermexolina de 80. Esta medida indica su grado de explosión, mientras más bajo es, resulta más complicado encender para el motor.

 

En aquel entonces, la contaminación no era un problema mundial, ni mucho menos nacional. Por lo que las cantidades de algunos materiales –como plomo- no eran regulados.

 

La Mexolina fue el origen de la existencia de un problema de salud que aquejaría los mexicanos más tarde, para los años noventa, ya con la existencia de mejores combustibles, se omitió la regulación de un metal pesado que estaba presente en la atmósfera y produjo una de las mayores crisis de salud en la Ciudad de México: el plomo.

 

Entre los años cincuenta y setenta se comercializaron cuatro tipos de gasolina: Mexolina (70 octanos), Super Mexolina (80 octanos), Gasolmex (90 octanos) y la Pemex 100 (100 octanos). En los ochenta, llegaron las gasolinas Nova Plus (81 octanos) y la Extra Plus 92 octanos) que reducían el plomo.

 

Era 1990 cuando los científicos detectaron cantidades aterradoras de plomo en la lluvia. La gasolina de manufactura nacional contaba con concentraciones elevadas de este metal.

 

En aquel entonces era común encontrar aves muertas sobre el asfalto y las banquetas de la ciudad. ¿Qué había pasado durante décadas para llegar hasta se punto?

 

La Saturnina

 

Los defeños respiraban la terrible cantidad de mil 500 toneladas cúbicas de plomo dispersas en el ambiente.

 

Pensemos que en la actualidad una concentración de partículas materiales de 150 puntos provoca el temible Doble Hoy No Circula. En la época de los noventa se respiraban diariamente concentraciones superiores de 400 puntos. Hasta entonces no se habían establecido los límites permisibles de este metal en la atmósfera.

 

Con ustedes el "Charrito" Pemex. Foto: Especial

 

Para comprender la Saturnina hay que saber que esta enfermedad comienza con la acumulación excesiva de plomo en la sangre del paciente. La piel se torna grisácea y afecta a los riñones, causa hipertensión arterial, dolor muscular, convulsiones y finalmente, la muerte.

 

¿Cómo se solucionó el problema?

 

En las noticias se hizo común la nota roja que anunciaba cifras catastróficas de muertes de infantes y ancianos por padecimientos relacionados con el plomo. La muerte de estas personas fue la que finalmente promovió la aparición de la gasolina Magnasín que gradualmente redujo el plomo concentrado.

 

Es cierto que la entrada de transportes públicos más abundantes, la medida de contingencia ambiental y la regulación de plomo –hasta su casi total eliminación- ayudaron a controlar una de las peores crisis de salud a nivel nacional.

 

Pero debemos recapacitar sobre cómo esto pudo ocurrir ante la omisión de los efectos –que ya eran conocidos- de materiales tóxicos en el organismo humano.

 

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