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El motrocross cambió él cuando presenció la muerte de su maestro

POR: Excélsior el Vie, 16 de Diciembre de 2016, 04:47 pm

Iván Ramírez comenzó su trayectoria en motocross desde los cinco años. Foto: Red Bull
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Allí estaba. El cuerpo inerte de Kurt Caselli en medio del desierto de la Baja 1000, a gran distancia del personal de asistencia médica. Iván Ramírez, su mejor amigo, se acerca y reconoce a quien había sido su mentor. Arranca su infierno. Aquel momento traumático lo trae consigo en todo lo que hace, consciente o inconscientemente.

 

Iván, que por entonces, con tan sólo 20 años, ya era reconocido por su aguerrido estilo y por sentirse muy cómodo con altas velocidades, y quien nunca ha sufrido algún accidente grave, esta vez simplemente ya no era él mismo. Sus títulos en la Baja 500 de 2007 (clase 21: motores de 126 cc a 250 cc), en la Baja 1000 de 2008 (clase 21) y ser campeón en SCORE dejaron de tener importancia.

 

Aquello que estaba frente a él era real, no un hobby o un simple deporte como solemos verlo. Pero se dio cuenta de que con esta actividad “estamos jugando con la vida”. ¿Qué sucedió después de aquel accidente que puso a Iván Ramírez de nuevo sobre la moto… y en los podios?

 

Foto: Red Bull

 

Determinado

 

Desde antes de tener una noción clara sobre la muerte y la vida, Iván ya se dedicaba a correr en competencias de motocross. Él tenía tan sólo cinco años de edad y todos los fines de semana iba con sus padres y hermanas a ver las carreras y a correr las propias. El ritual lo formó. Tenía una certeza: todos los sábados y domingos él montaría.

 

Desde chico lo usaba como hobby y después le dediqué mucho tiempo a la moto. Cuando no estaba en la moto yo estaba en el gimnasio. Desde los 10 años ya iba a éste para practicar ejercicio. Jugábamos mucho ráquetbol y hacía bicicleta y cardio”.

 

Para él, la diferencia entre un profesional y un amateur era una minucia; una cosa de grandes. Iván simplemente veía cómo su padre discutía con los organizadores para lograr que su hijo compitiera en la clase de participantes más jóvenes, ya que Iván no cumplía los requerimientos. Su juventud, que alguna vez fue un obstáculo, más adelante fue por lo que ha sido conocido: “¿Ya viste a ese chamaco cómo corre? Acaba de rebasar al favorito”. Se trataba de su participación en la SCORE Baja 500 de 2007, al ganar contra todo pronóstico.

 

Cuando se sacó el casco, los patrocinadores y la afición, que todavía no lo conocía, sabían que venía una carrera mucho más exitosa: su carrera en el motociclismo. Ahora, a sus 23 años, será el piloto más joven en correr la carrera Dakar, para muchos la más extrema y demandante del mundo. ¿Qué posibilidad tiene de hacer un buen papel? “Me crié en el desierto de la Baja 1000. Creo que no puede ser más extremo que esto”.

 

Foto: Red Bull

 

Sobre el desierto

 

Nacido en Ensenada, Baja California, donde también nació la competencia off-road más larga del mundo, Iván Ramírez ya tenía un destino esperándolo. Su amor por el desierto se le da naturalmente.

 

Cuando algunos amigos me llaman y les digo que estoy en el desierto entrenando, no lo aprecian. Para mí es lo mejor del mundo”.

 

Esa relación con la tierra también le ha forjado un amor especial por su país. Sus primeras carreras de Motocross, desde entonces, las corría en Estados Unidos. Fue entre ambas naciones que encontró a una familia: la de aficionados y conductores cercanos a las motocicletas. Cruzar la frontera era para él una ida a la oficina, un día más de trabajo. En esa comunidad se dio cuenta de que la nacionalidad no tiene mucha importancia. Con amigos de ambos lados, la idea de representar un país, el de México, el suyo, se desarrolló como un pretexto para competir y ser más competitivo. La amistad y pertenecer a esa comunidad es otra cosa.

 

Hay otra relación de la que casi no habla: la que tiene con su moto. En sus imágenes siempre se le ve con una motocross, pero poco a poco ha migrado a las rally.

 

Al regresar de una competencia en Marruecos, con un calor insoportable, sólo tuvo unos días para acostumbrarse a la nueva moto de KTM. A él le habían asignado una apropiada para ese tipo de desierto.

 

“Es totalmente diferente”, me lo dice como una prueba superada. Incluso entre las tipo rally, la de KTM es aún diferente. Tiene un tanque de cuatro galones al frente y otros cinco atrás. Es más pesada, la distancia entre los ejes es mayor y tarda más en frenar.

 

Foto: Red Bull

 

Si tienes un error es más difícil corregirlo. Te exige más. Es un desgaste mental mayor por ir navegando a altas velocidades. Pero una vez ya con tres o cuatro días, me sentía mucho más cómodo”.

 

Era un terreno extraño para él con una moto que acababa de conocer. Aun así, terminó la carrera.

 

“Mi meta era sólo eso en esta ocasión”. Marruecos lo preparó para su mayor reto hasta ahora: ser el piloto más joven del mundo en correr Dakar.

 

Siempre enfocado

 

Iván Ramírez me comparte algo de su visión a la hora de competir en off-road. Entra en un estado mental tan íntimo que le cuesta trabajo describirlo.

 

“Simplemente sucede, está ahí desde que conozco el desierto”. No es del todo preciso. Antes de subirse a la moto, si está su familia, se reúnen para una breve oración. Y justo antes de ponerse el casco, se persigna. Así lo ha hecho desde siempre. Es el ritual para entrar en su zona. Casi toda su energía está puesta en la cabeza: el recorrido, el cómo corregir un desvío, en qué momento de la carrera puede ganar un segundo, en dónde conviene no ir tan veloz. Sin embargo, esto es una falacia. Todo lo demás: el estado de la moto, su condición física, la deshidratación, es algo de lo que ya se encargó durante meses atrás. Su entrenamiento riguroso hace que su cuerpo esté en el mejor estado para correr esos 1,700 kilómetros de la Baja 1000. Cuando sabe que tanto su cuerpo como su moto están en buen estado, ya sólo le queda su cabeza. Cierto. Pensar que una competencia tan polvosa, ruda y competitiva, tan llena de adrenalina y con velocidad extrema, Iván la corra como un juego de ajedrez, como un estratega, cuesta trabajo, es casi imposible. Pero eso lo otorgan dos cosas: la experiencia y la juventud. La experiencia para dominar su arte; pocas personas han estado a su edad tantas horas sobre una moto. Y, justo esto, su edad, le hace confiar en sus sentidos, su condición física. Está en el momento adecuado para brillar aún más.

 

Madurez

 

Después de aquella tragedia con su mejor amigo, Iván Ramírez ya estaba de nuevo sobre su KTM. Pero, claro, las cosas ya no eran las mismas.

 

Estamos jugando con la vida. Es mi trabajo, lo amo, pero tengo que estar al 100 por ciento o mejor no lo hago. Tengo que hacer una carrera más inteligente”.

 

Cuando un experto –que desde que tiene memoria ha montado su motocicleta y que ha ganado tantos títulos a su alcance– reflexiona de esta manera, sólo se esperan más triunfos. Pero ganados de otra forma, más madura.

 

Este artículo fue publicado originalmente en The Red Bulletin.

 

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