La historia de cuando íbamos al cine en auto a conquistar a nuestro enamorado

Viernes en la noche, las luces se apagan, al mismo tiempo en que se acomodan los últimos autos en un gigantesco estacionamiento. Todos los parabrisas apuntan hacia un mismo lugar: la pantalla donde se proyectará uno de los estrenos de Disney. La noche ha caído y todos los autos esperan ansiosos la función; estamos en un autocinema... en 1950.

La experiencia de ir al cine ha cambiado mucho en los últimos cincuenta años. Sí, ahora tenemos la tecnología más avanzada en términos de proyección, definición, accesibilidad, calidad de audio y video oferta de películas etc, sin embargo; también se han perdido muchas de las experiencias de consumir películas, una de ellas, los autocinemas.

Sus orígenes se remontan a principios de la década de los años 20, en los que ofrecían funciones de cintas mudas, en Texas. Fue hasta 1932 que se patentó el sistema de autocinemas y cuando el mundo conoció por primera vez la experiencia de ir al cine en la comodidad de tu auto.

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El eslogan era claro: "Toda la familia es bienvenida, sin importar lo ruidosos que sean sus niños"

Cuenta la leyenda, que una de las razones por las que Richard Hollingshead quien patentara el sistema, pensara en este exitoso formato, es porque su madre, quien sufría de obesidad, no podía ir a las funciones de un cine convencional, así decidió idear un concepto en el que pudiera acudir desde la comodidad de su auto. 

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Los asistentes, obtenían un altavoz individual que reproducía el sonido de la película, aunque la calidad no era la mejor. Posteriormente se optó por transmitir el audio de la película mediante el radio de los autos, de esta manera era mucho más fácil y la calidad era considerablemente mejor.

En México, como suele suceder, los autocinemas no llegaron sino hasta 1950, siendo el Autocinema Lomas el primero en abrir sus puertas, en mayo de ese mismo año. El anuncio era prometedor: "Gigantesco, Suntuoso, cómodo" y emocionaba diciendo, "el primer autocinema de América Latina". 

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Fue el primero, pero no el único. Algunos de los más populares en la capital fueron el Autocinema Lindavista, Del Valle, y por supuesto el Autocinema Satélite, el cuál fue de los que más duró en operaciones desde su inauguración en 1959 y hasta la su cierre, en la década de los noventa.

El modelo fue todo un éxito en los años 60 en nuestro país, pero en Estados Unidos sin duda rompió la forma de consumir las películas, llegando a existir cerca de 4 mil autocinemas en todo el país. Parecía un negocio que progresaría. No olvidemos que era la oportunidad perfecta para 'romancear' de las parejas en la época. 

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Lamentablemente, lo que parecía un futuro prometedor cambió radicalmente a final de las siguientes décadas. Televisiones a color, crisis, encarecimiento de los servicios, aparición de nuevos complejos para ver películas y demás factores, serían los verdugos del ya arcaico modelo de los autocinemas.

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Murieron casi definitivamente en los años noventa y principios de la década del 2000.

Pero esta historia no acabaría ahí. La gente nunca quiso dejar de tener esas experiencias y la nostalgia invadía a todos aquellos que buscaban recordar tantos momentos viendo películas de Disney, Vaselina o clásicos de John Wayne. 

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En México, un puñado de jóvenes se dieron cuenta de esta oportunidad y lanzaron Autocinema Coyote, un concepto que rescataba las experiencias cincuenteras y las trasladaba a nuestros días. Ambientaciones de la época, malteadas de chocolate y nueva propuestas como bandas en vivo, concurso de disfraces y sustos ocasionales en funciones de terror, retoman estas experiencias para darles un toque actual y novedoso.

Actualmente existen diversas opciones para disfrutar de esta experiencia 

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Se trata de una opción interesante si quieres sentirte como en los años cincuenta, tomar una malteada y por qué no, ponerte romántico.