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1993: Cuando el Dodge Viper esparcía su veneno

POR: Pablo Monroy el Vie, 27 de Marzo de 2015, 02:12 pm

La concepción de este automóvil inició en 1989 con Bud Lutz, quien por esas fechas, estaba al mando de Chrysler. Foto: Pablo Monroy +8 VER GALERÍA
Pablo Monroy

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Licenciado en Periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, fotógrafo automotríz y entusiasta de las cuatro ruedas. / IG: @elpablomonroy

En 1989, ocurrieron eventos para ser recordados: la caída del muro de Berlin en Alemania, el triunfo de San Francisco en el Super Bowl y a los Atléticos de Oakland en la Serie Mundial. Ese el año también fue la gestación de uno de los vehículos deportivos americanos más radicales de la historia: el Viper, una oda a la deportividad pura.

 

Aprovechando la luz que nos ofreció el mediodía y parte de la tarde, al sur de la ciudad de México, salimos al acecho de nuestro clásico, que nos esperaba listo para derrochar su poderío ante nosotros, dejando ver el tono plateado de su carrocería, los enormes neumáticos traseros con especificaciones exclusivas para este deportivo y un gran alarido proveniente del motor cuando el dueño lo puso en marcha.

 

El origen de la especie

 

La concepción de este automóvil inició en 1989 con Bud Lutz, quien por esas fechas, estaba al mando de Chrysler. Convocó a un equipo de 85 ingenieros para que vaciaran sus conocimientos y experiencias adquiridas en los circuitos de carreras, con la firme intención de crear el buque insignia de la marca. El primer problema al que se enfrentaron los ingenieros del equipo, fue la ausencia de un motor lo suficientemente poderoso. Solamente se contaba con un viejo motor V8 de 200 caballos de fuerza y con un carácter sombrío.

Foto: Pablo Monroy

 

El motor apareció en la división de camiones de la compañía: un V10 que fue reconfigurado por Lamborghini que, en esa temporada, pertenecía a Chrysler. De los cambios más importantes fueron la sustitución del bloque del motor de acero por aluminio, para perder peso y mejorar la refrigeración y pasar de las dos válvulas a las cuatro válvulas por cilindro.

 

El resultado, un V10 de 8L y 425 caballos de fuerza, capaz de poner en movimiento al conjunto de casi tonelada y media, a pesar de la estructura de la carrocería de fibra de vidrio, y llevarla a los 160 km/h en tan sólo 10 segundos, auxiliado por una transmisión manual de 6 cambios.

 

“Muchos dicen que el Viper es evocativo del Shelby AC, pero más que del Shelby, Bud Lutz se basó en el Jaguar E–Type. Si vemos la forma del cofre, las tres jorobas son muy similares  al E–Type y la parte de atrás es más similar a la del Shelby”, relata su propietario quien prefirió no dar su nombre.

 

El Viper primera generación es un coche grande (casi dos metros de ancho y 4.5 metros de longitud), con una carrocería espectacular, pero un auto poco maniobrable.

Foto: Pablo Monroy

 

“Al ser primera generación, el coche no trae los implementos de reparto de peso y de geometría de la suspensión, por lo que es un vehículo que debes aprender a manejar, es de un manejo fácil pero de una conducción deportiva difícil, llega al sobreviraje  muy fácilmente y si no se está preparado para ello, puede dar muchas sorpresas que no siempre son gratas”.

 

No se trata de un auto de carreras, es un vehículo concebido para disfrutar la carretera y el concepto de roadster puro. No tiene ningún accesorio de refinamiento más que la dirección hidráulica y el aire acondicionado, fuera de eso, no cuenta con frenos ABS, ni control de tracción y estabilidad, ni ninguna otra asistencia electrónica, es como conducir un auténtico musculoso y que en sus primeros años de producción, no incorporaba toldo, ventanas y manijas exteriores de apertura de puertas.

 

En el primer año de producción (1992) se fabricaron 200 unidades y posteriormente aumentó a 3 mil vehículos por año. El Viper en cuestión mantiene más de un 90 por ciento de originalidad. Los neumáticos, las pastillas de los frenos y el embrague aún son los de fábrica y registra apenas 16 mil kilómetros recorridos.

Foto: Pablo Monroy

 

Concebido como estandarte del poderío del auto americano en la década de los noventa, el Dodge Viper fue el único biplaza deportivo que competía a nivel mundial con el Chevrolet Corvette, y ha logrado sobrevivir a las exigencias de un mercado dominado por los deportivos europeos.

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