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Lo que hay detrás de la competencia Nissan GT Academy

POR: Martha Elena Blanco el Mié, 13 de Agosto de 2014, 07:18 pm

Aaron Miranda, expulsado del martes, platicó con atraccion360 y nos contó sus experiencias y hasta cómo viven dentro del Race Camp. Foto: Martha Elena Blanco +5 VER GALERÍA
Martha Elena Blanco

Martha Elena Blanco | Colaborador

LN. Amante de la velocidad desde la andadera, acelera tus pulsaciones junto a mí en la carretera infinita de la vida, eres mi copiloto yo soy tu driver lleguemos hasta donde no exista tacómetro que marque los límites. Incendiemos el asfalto.  

En todos los encabezados, cápsulas de televisión y tuits sobre la final internacional de la GT Academy que salen directamente del Circuito Internacional de Silverstone, siempre se refieren a las duras pruebas que los participantes deben enfrentar y a los gamers que aún quedan con vida después de que la ley del más fuerte hizo su trabajo. Pero, ¿qué hay de aquellos que ya se retiraron? ¿Cómo se sienten? ¿Cuál es la perspectiva desde afuera?

 

Hoy nos encontramos con Aaron Miranda, uno de los seis finalistas mexicanos que viajó a Inglaterra para cumplir su sueño de ser piloto profesional. Desde que fue de los mejores en las pruebas en la final de la Ciudad de México, Aaron se preparó física y mentalmente para poder ser de los más competitivos.

 

Consiguió salir bien librado del “Spartan Test” un circuito en el que había que cruzar ríos helados, escalar una pared y cruzar por campos electrificados y con fuego, también pasó sin problemas el “Traffic Challenge” el cual se trataba de rebasar distintos autos en competencia.

 

 

Había sido una de las promesas del equipo, pero el martes las actividades jugaron en su contra, toda vez que al subirse a un auto fórmula intentó practicar la técnica de punta-talón para ser más rápido y el monoplaza no reaccionó como él esperaba, retrasándolo segundo y medio de su compañero más fuerte, Ricardo Sánchez.

 

“Quise superarme muy rápido. Quise experimentar en competencia, sabiendo que eso no se debe de hacer, y todo me salió mal” confiesa Aaron. “Lo peor fue en la prueba de rally. Por mi necedad de no usar guantes entre el sudor y los nervios el volante del Juke se me resbalaba. Luego, por lo mismo, se me zafó la palanca de velocidades. Ya sabes cuando algo no te sale, comienzas a presionarte y haces todo mal”, comentó.

 

 

La prueba más dura

 

El chico capitalino tenía fobia a los toques y a la electricidad, así que cuando tuvo que cruzar el campo electrificado fue un poco más complicado. Con más impulso por el deseo de ganar que por ganas de superar sus miedos, comenzó a arrastrarse lentamente mientras algunos hilillos de metal electrificado rozaban su cuerpo, dándole algunos toques ligeros.

 

En la segunda ocasión Aaron estaba más confiado, hasta que el primer metal rozó la piel de su espalda. El choque eléctrico recorrió desde su espalda hasta sus manos y sus piernas, provocando una ligera contracción muscular. Los gritos de todos los participantes, sin importar su nacionalidad, se escuchaban más fuerte, algunos hasta lloraban. Aaron decidió seguir.

 

 

A la mitad, de repente perdió el conocimiento, y automáticamente se levantó y continuó. De acuerdo con uno de sus compañeros de equipo, Ricardo Rincón, el joven de 24 años perdió por instantes el conocimiento y después se incorporó para continuar su camino, producto de la fuerza de la descarga.

 

“Ahora sé que mi límite está más allá de lo que hice aquí y buscaré luchar por ello”, aseguró Aaron.

 

 

Como un campo de concentración

 

La vivencia no sólo se queda solamente en pasar pruebas y ser el más rápido y hábil a bordo de los autos, también se trata de sobrevivir una semana en los cuarteles generales de GT Academy, localizados en el emblemático circuito.

 

El desayuno, la comida y la cena se sirven en el paddock del circuito, sus camas se encuentran todas juntas en la parte alta de esta construcción. Ahí mismo toman una ducha, participan en las grabaciones para los videos de Nissan y Play Station, comentan su día con su coach y conviven entre equipos, todo en las instalaciones de Silverstone. Si tuvieran cámaras por doquier serían un Big Brother del deporte.

 

 

Los problemas inician cuando la comida no es lo que su paladar acostumbró, cuando el agua es el líquido refrescante que beben (después de todo el desgaste físico) y que, como novatos de esta competencia, se sientan presionados por un equipo que tiene mucho más desarrolladas sus capacidades de competencia en deporte motor (Australia).

 

“Creo que es parte del juego de tu mente”, confiesa Aaron, ya que están tan cansados de las pruebas que quisieran irse a casa. “Tus ganas de ganar te hacen seguir con la inercia de las cosas”.

#AG

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