BMW M5 1984, la máquina del tiempo

LISBOA, Portugal.- Cuando una marca saca de su museo alguna de sus joyas para que respire un poco de aire fresco y mejor aún, te permite manejarla, no te conformas con tomarle un par de buenas fotos, vas con el hombre de corbata que celosamente lo escolta y le pides las llaves.

Y así lo hicimos cuando nos enteramos de que podíamos ponernos tras el volante de alguno de los cinco vehículos estacionados tras los pits, correspondientes a cada una de las cinco generaciones del M5, en un estado de conservación impecable. Nos fuimos directo con el tatarabuelo del M5: la primera generación.

FOTO: BMW

Abrir la puerta y respirar el olor que despide la piel de los asientos es un viaje directo al pasado. La elegancia de una máquina tan fina se percibe desde que tomas el volante con la mano derecha para apoyarte, mientras reclinas tu cuerpo hacia el frente para insertar la llave en el encendido y poner a trabajar el seis cilindros en línea.

Curiosamente todos los botones del tablero están rotulados en español, pues prácticamente toda la primera generación de M5 fue ensamblada en España. 

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Sin ninguna clase de asistencias electrónicas, el manejo es duro. Nos referimos a que debe aplicarse mayor fuerza al pedal del embrague para insertar las cinco marchas de la transmisión manual.

La dirección tiene ese delicioso tacto mecánico que extrañamos en los autos modernos, y que calca a la perfección todo lo que sucede en el eje delantero, apoyada en un enorme volante sobrio, sin ninguna clase de botones porque en aquella época no se necesitaban.

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Al ser una pieza de museo con apenas 40 mil kilómetros en el odómetro, si presionas el acelerador a fondo el empuje sigue siendo contundente, como todo buen M, y por primera vez en mucho tiempo logramos establecer esa conexión pura y de antaño con un automóvil.

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