Con ustedes, el "Macho Alfa" de Audi
POR: Cristian Moreno el Mié, 05 de Agosto de 2015, 11:35 am
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Cristian Moreno | Colaborador
Amo los autos y me apasiona la movilidad. Coordinador del concepto Atracción en sus distintas plataformas. Editor del periódico Excélsior y conductor en Excélsior Televisión. Consultor, conferencista y colaborador del programa de radio Autos en Imagen. Ciudadano del mundo, hecho en Cuernavaca.
FARO, Portugal.- No hay que tener una bola de cristal para adivinar el éxito que le espera a la segunda generación del Audi R8. Es obvio que los chicos de Ingolstadt aprendieron rápido del mundo de los súper deportivos y hoy se sienten cómodos participando en ese segmento.
Las increíbles cifras de ventas que esta belleza ha alcanzado, desde que se comenzó a vender en 2006 (alrededor de 27,000), son argumento irrefutable para trabajar en su continuidad.
Foto: Audi
Así que, como buenos alemanes, los responsables de este proyecto puntuales se pusieron a hacer la tarea para cumplir con la consigna.
Este especímen no puede ser tratado, evaluado ni comparado con ninguno de sus hermanos, pues pertenece a otra especie: la de los súper deportivos, esa en la que los autos sólo pueden ser comparados con los sueños.
En esa categoría las cosas cambian por completo ya que es muy sencillo perder la objetividad, ya que ante un auto exótico, bellísimo y absolutamente deportivo, es muy fácil babear, a la menor provocación.
Foto: Audi
Sin embargo, hay que considerar que no es lo mismo salir de fiesta por un fin de semana con una despampanante rubia, que llevártela a vivir a tu casa. Así que, para poner al menos dos millones de pesos sobre la mesa, el dinero necesario para casarte con un Audi R8, éste tendrá que provocarte algo más que suspiros.
Bajo esta premisa, la marca de los cuatro aros sacó los archivos de todos aquellos desarrollos tecnológicos que le permitieran construir un auto que pudiera considerarse como punta de lanza en el mundo automotriz; mucho más ligero, veloz, emocionante, seguro, conectado y hasta eficiente que cualquiera con el que te hayas topado en un semáforo.
La competencia en estas ligas tiene a referentes de la tradición y envergadura de Ferrari, Lamborghini, Porsche, Aston Martin y algún Mercedes-Benz, por lo que había que echar toda la carne al asador.
DESNUDO SOBRE LA PISTA
Tuvimos que viajar desde México hasta Alemania y un día después a Portugal para obtener un boleto de acceso al Autódromo Internacional del Algarve en Portimao.
Era incuestionable que un recinto de 195 millones de euros, que ha recibido a categorías como la GP2, la A1 Grand Prix y la Le Mans Series estaba a la altura del nuevo R8.
De tal suerte que las largas y rápidas curvas de este trazado nos permitieron explorar el lado más salvaje de este biplaza que, de camino a la pista, a través de las calles y carreteras de Portugal, ya nos había mostrado que de civil también se podía comportar, en parte gracias al sistema de regulación de la puesta a punto, que te permite recurrir a placer al doctor Jekyll o al señor Hyde, con sólo oprimir el botón de “select drive”.
Foto: Audi
En cuanto nos abrieron las puertas para elegir auto, corrimos por la versión Plus, esa que exprime del V10 atmosférico la fascinante cifra de 610 caballos de fuerza, potencia que emite un ronco sonido en cuanto se echa a andar.
La otra opción es capaz de desarrollar 540 caballos que en otra época fueron supremos, considerando que nunca antes Audi había construido un auto de producción en serie de 610 hp. Sin embargo, ahora esa potencia nos pareció una opción conservadora.
No hubo carretera a la altura del R8, así que guardamos lo mejor de nuestras capacidades para manejar en pista.
En una brevísima y adorada presentación, que nos hizo más larga la agonía, los directivos de la marca nos dejaron saber que la versión LMS, la bestia en libertad, creada específicamente para competencias, compartía el 50% de sus piezas con el R8 en el que habíamos llegado al trazado.
Herencia de la experiencia que Audi ha tenido compitiendo en las 24 Horas de Le Mans: el nuevo R8 no sólo utiliza aluminio a manos llenas, también ha incorporado fibra de carbono en cada lugar en el que le era posible, de tal suerte que la carrocería ha adquirido una rigidez estructural privilegiada, la cual fue evidente a la hora que enfrentamos bruscamente las subidas y bajadas de la pista, que junto a las cerradas curvas que nos obligaron a cambiar de trayectoria repentinamente, fueron grandes sinodales para este deportivo de motor central.
Foto: Audi
Quien no aprende de sus errores está condenado a repetirlos, y todo indica que Audi aprendió bien la lección, de tal suerte que la transmisión con la que ha llegado esta segunda generación es una totalmente preparada para la pista, que es posible disfrutar con las paletas de cambio detrás del volante, para manipular las siete velocidades de la caja S Tronic.
Nunca nos enteramos si en algún momento entró el modo vela o el COD (cylinder on demand), que tanto presume Audi, muy útil para ahorrar combustible y que trabaja en conjunto con el sistema start&stop, para consumir hasta un 13% menos combustible que el anterior R8, seguramente porque nunca pudimos despegar el pie del acelerador.
Lo que sí nos pareció fascinante fue la reducción de peso con respecto a su predecesor, y no por otra cosa, sino porque lo sentimos más ligero y preciso. Es un auto que cuando promete ir de cero a 100 en 3.2 segundos lo cumple.
Del diseño destacamos los drásticos cambios en el tablero central, que ahora ha puesto absolutamente todo frente al piloto, con la intención que éste no se distraiga para nada. Las tomas de aire desde donde se controla el aire acondicionado y el nuevo sistema de infoentretenimiento seguramente revolucionarán el mercado y otros vendrán detrás de Audi a incorporar algo similar.
El claro guiño del volante con el de los bólidos de competencia nos pareció la cereza del pastel: no sólo se ve increíble sino que también trabaja en favor del piloto para mejorar su vínculo con el auto e incrementar su control sobre el mismo.
Mientras que los polémicos faros Láser LED, ahora montados en este bólido, nos permitieron recorrer la pista de noche y a toda velocidad, en medio de una mezcla de emociones, con la absoluta seguridad de que por iluminación no íbamos a detenernos.
El mayor compromiso de este R8 fue consigo mismo, con su destino y con el de quien sea capaz de retar sus cualidades, pues busca hacerse de un lugar en el mundo de los súper deportivos como un exponente capaz, que pueda cumplir cabalmente las promesas de su fascinante diseño.
Este R8, más que un buen show, es una buena experiencia.
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