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Así nos recibió la Ciudad de México después del sismo

POR: Cristian Moreno el Mié, 20 de Septiembre de 2017, 11:46 pm

Vivo en un país en donde entre más nos duele más nos unimos, entre más nos ensucia el polvo menos nos importa abrazarnos. Foto: Cuartoscuro
Cristian Moreno

Cristian Moreno | Colaborador

Amo los autos y me apasiona la movilidad. Coordinador del concepto  Atracción en sus distintas plataformas. Editor del periódico Excélsior y conductor en Excélsior Televisión. Consultor, conferencista y colaborador del programa de radio Autos en Imagen. Ciudadano del mundo, hecho en Cuernavaca. 

Salimos de Dusseldorf pasadas las 7:45 de la mañana con destino a México, había que tomar un tren hacia Frankfurt, desde donde saldría nuestro vuelo directo. La lluvia nos despidió de Alemania y las primeras horas en el aire transcurrieron sin mayores contratiempos.

 

Cuando estábamos por cruzar la frontera con México, al viaje aún le restaban una hora y 59 minutos, la voz del piloto abrió el micrófono de la aeronave para a explicarnos que tendríamos que cambiar el rumbo, pues no había a donde aterrizar.

 

Entendimos muy poco del primer y larguísimo discurso en alemán, hubo que esperar la versión en inglés, pero no lo podíamos creer, teníamos la esperanza de que en español el discurso tendría otro significado, pero no fue así, con terror volvimos a escuchar “un terremoto azotó la Ciudad de México, el gobierno ha declarado estado de emergencia, han cerrado el aeropuerto, estamos evaluando la situación, pues los huracanes han atacado varias ciudades donde podríamos haber aterrizado, en cuanto tengamos más información se las haremos saber”.

 

Foto: Cuartoscuro

 

Era el 19 de septiembre de 2017, 32 años después de aquel infame día en el que la tierra se derrumbó con un terremoto de 8.1 grados y reclamó la vida de miles de personas, dejándonos una cruel enseñanza.

 

Como era de esperarse los primeros simulacros, por la fecha, se habían realizado con normalidad. Éste es el día en que mejor estamos preparados para recibir un temblor, si es que algún día se puede estar listo para ello.

 

Un par de horas después, una sacudida avisó a la gente que comenzaba un fuerte temblor, la alerta sísmica comenzó a sonar mientras varios edificios tronaban. Eran las 13:14 de la tarde y la tierra se movía con fuerza.

 

 

En el aire, las lágrimas, los gritos, la desesperación... el internet se colapsó y sólo CNN Internacional nos supo decir que el epicentro venía de Puebla, que Morelos estaba muy afectado y que el epicentro no había ocurrido a poco más de 120 kilómetros de distancia de la capital.

 

7.1 grados habían sido suficientes para derrumbar enormes edificios, casas, escuelas y dejar lastimados hospitales, mermando los servicios de emergencia.

 

Foto: Cuartoscuro

 

26 niños fallecidos y 30 desaparecidos en el derrumbe de la escuela Rébsamen, uno más en el Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México, para la noche la cifra ya iba en 216.

 

Nosotros ya íbamos de camino a Hoston imaginando lo peor, el viaje más largo de nuestras vidas, lejos de casa.

 

Apenas aterrizamos cientos de mensajes entraron por el teléfono móvil. Las redes sociales estaban cobrando un papel importante para reportar quién estaba bien y dónde estaba. Gracias a Dios, la familia estaba bien y este 19 de septiembre sólo habría que ir al panteón a cambiar las flores y no a poner unas nuevas.

 

No todo sirve

En cuanto recargamos combustible, impacientes volamos a México. El aeropuerto ya estaba abierto, al igual que los de Acapulco y Guadalajara, que por momentos también habían cerrado sus operaciones.

 

Al aterrizar ni Cabify ni Uber pudieron traernos un taxi, hubo que recurrir al infalible Sitio 300, que por 320 pesos nos llevó a nuestro destino.

 

Las empresas de telefonía habían abierto todos los servicios, la calle estaba muy quieta, pero miles de personas se habían unido para ir a rescatar a los caídos.

 

Al pasar por la UNAM miles de personas estaban reunidas para comenzar con las brigadas, México estaba de pie, en pie de lucha; con la recolección de víveres, medicinas, reuniendo ayuda. Entonces vinieron a mi mente aquellos recuerdos de 1985, cuando los amigos que se habían reunido para buscar a mi padre entraban y salían de la casa, se juntaban para levantar piedras, para rascar entre los escombros, para tratar de salvarlo, recordé que vivo en un país en donde entre más nos duele más nos unimos, entre más nos ensucia el polvo menos nos importa abrazarnos.

 

 

De nuevo no hay luz, los civiles controlan el tránsito a falta de semáforos, la gente camina por las calles y ofrece agua a quien la requiere.

 

Pasamos la caseta, era hora de ir a ver cómo había quedado Cuernavaca. No había peaje y el paso es libre, con base los protocolos de emergencia operativa de CAPUFE; junto a la de Tlalpan, las autopistas hacia Puebla, Acapulco, Pachuca y la Chamapa Lechería se pueden utilizar libremente, lo mismo que el Metro, el Metrobús y el Tren Suburbano Cuautitlán-Fortuna.

 

Si estás leyendo esto, por favor súmate a la reconstrucción de nuestro país, sé parte de la solución y no del problema, comparte información relevante, avisa que te encuentras bien y reporta, hay muchísimos foros en los que se está compartiendo información útil y verdadera. En Locatel se está publicando una lista de las personas trasladadas a hospitales.

 

Hay centros de acopio abiertos prácticamente en toda la ciudad, así como en muchos centros comerciales.

 

Si no tienes que salir a la calle no salgas, no contribuyas a que se incremente el tránsito, no satures las líneas telefónicas, abre tu red telefónica para que la puedan utilizar las personas que están cerca de un siniestro y si procura guardar silencio por si alguien cerca de ti está pidiendo ayuda.

 

Los teléfonos de emergencia están abiertos y todas las autoridades trabajan en conjunto con la sociedad civil... México está de pie.

 

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